La empresa ha terminado por claudicar delante del Comité de Empresa en una negociación en la que la CGT ha
ido desmontando su argumentación día a día. Al final, se han tenido que
bajar los pantalones ante la comisión negociadora, y en la última
reunión han reconocido que este expediente de regulación no podía seguir
adelante de ninguna de las maneras.
CGT lo dijo desde el principio: no
existen causas económicas, ni productivas ni organizativas para una
medida de estas características. A pesar de contratar a la prestigiosa
multinacional KPMG para hacernos tragar sus ridículas mentiras, nuestros
abogados, los mismos que hace año y medio tumbaron el primer ERE de la
compañía, nos fueron asesorando todos los días para solicitar la
información sensible con la que podríamos desmontar su castillo de
cuentos. Venían mejor preparados que en el primer ERE. Habían aprendido
de sus errores del pasado y, por ello, contratado a una prestigiosa
abogada. Sus esfuerzos finalmente han resultado inútiles.
Nuestra estrategia
Sabíamos que esta batalla se iba a comenzar a dar en dos frentes: en la mesa de negociación y en la calle.
Comprendimos enseguida que podíamos
demostrarles la inviabilidad del expediente durante las negociaciones
pero que también necesitaríamos del apoyo de los trabajadores; que la
empresa tenía que ver con sus propios ojos que detrás de nuestros
argumentos iban a estar los compañeros de Estructura expresando su
indignación.
Nuestra estrategia era osada. Nos
comprometimos a publicar un comunicado por cada reunión mantenida con la
empresa, y hacerla llegar los trabajadores de Estructura, a pesar de
las prohibiciones
de Julio Alberto Pérez, el director de Personal, que nos amenazó con
sancionarnos si distribuíamos información a los trabajadores.
Sin
embargo, CGT hizo caso omiso a esta prohibición porque entendimos que
los derechos se conquistan de esta forma, como históricamente ha sido,
luchando, y no bajando la cabeza como borregos obedeciendo la voz del
amo. Y a la vez que nos defendimos ejerciendo nuestros derechos,
interpusimos una demanda contra la empresa por atentar a la libertad
sindical. (Fuimos los únicos, una vez más). De este modo, los compañeros
de Estructura supieron siempre qué estaba ocurriendo en la mesa de
negociación. La transparencia, símbolo de CGT, la impusimos como norma
de conducta, y todo el resto de secciones sindicales se vieron
obligadas, no sólo a relatar lo que estaba sucediendo, sino a
posicionarse con respecto al ERE.
Haciendo añicos sus mentiras
Con paciencia y tenacidad, enarbolando la ley en la mano, fuimos
reduciendo el número de afectados por este expediente. Era ilegal
prescindir de un técnico de prevención, como querían al comienzo; como
era ilegal despedir, como pretendían, a quien tuviese guarda legal por
cuidado de menores.
Era
temerario echar a la calle a los operarios de mantenimiento, dado que
iba a poner en riesgo la seguridad de todos los trabajadores de la
empresa.
Era
inviable dejar a departamentos con una sola persona, si no querían
encallar a la empresa en una absurdo inmovilismo. Si tenían previsto
crecer con más contrataciones, el ERE era absurdo; más teniendo en
cuenta que la Estructura de Line daba cobertura al resto de empresas del
Grupo GSS.
Un
sólo dato nos revelaba la magnitud de la farsa: desde el 10 octubre
habían contratado un total de 125 agentes nuevos para diferentes
campañas.
¿Y los criterios?
CGT
preguntó por los criterios objetivos desde el primer día. No supieron
responder; les pusimos contra las cuerdas sobre este asunto. Todo lo más
que decían eran ridiculeces, con las que trataban de ocultar la única
realidad: la lista estaba hecha desde el principio y la habían
confeccionado a dedo.
Finalmente,
en la penúltima reunión, y ante la insistencia de nuestra sección
pusieron en la mesa el artículo 17 del convenio de Telemárketing como el
criterio para hacer la lista de los afectados. Otra metedura de pata:
este artículo hace relación a la extinción de contratos ante la
disminución del volumen de las campañas de operaciones; y en nada
incumbe a las áreas de Estructura. Sí, venían mejor preparados, sin
duda; pero continúan siendo los mismos chapuceros de siempre.
Juntos, pudimos
Con
esta frase terminamos nuestro último comunicado llamando a todos los
trabajadores de Estructura al paro de dos horas para el 23 de octubre.
Necesitábamos que los afectados y los no afectados se movilizasen,
pararan para mostrar su repulsa ante este ERE tramposo e ilegal.
Antonio Martos, el director financiero de la compañía, uno de los
negociadores por parte de GSS, mostró su habitual sonrisa burlona,
cuando supo que habíamos convocado el paro. Estaban seguros de que iba a
ser un fracaso.
El
23 de octubre las banderas de la CGT ondearon delante de las puertas de
la Avenida de la Albufera. Confiábamos que la gente bajaría; y bajaron.
Se fueron uniendo los compañeros de Estructura, poco a poco; y
delegados de UGT, quienes a pesar de no convocar el paro, participaron
en él con su presencia. No importó ni el miedo a las represalias ni las
presiones que hubo por parte de algunos directores para que la gente no
secundara la huelga. Alrededor de treinta personas manifestaron durante
aquellas dos horas su rebeldía ante aquel ERE injusto. La cosa quedó
clara para la empresa: estaban perdiendo sus razones jurídicas en las
mesa de negociaciones y el rechazo entre los trabajadores de Estructura
era patente; las consecuencias podían ser imprevisibles para GSS.
Lamentablemente
se echó en falta a los delegados de CCOO, que prefirieron como
miserables quedarse en su puesto de trabajo, antes de apoyar la
concentración convocada por nuestra sección, o al menos apoyar a los
trabajadores en huelga. Y a pesar de que sus afiliados estaban afectados
por el ERE, los miembros de la sección de CTI, el sindicato amarillo de
la empresa, también dio la espalda a los trabajadores de estructura no
secundando la huelga. Qué decir de USO, esa organización fantoche, más
obsesionada por engañar a los trabajadores para que firmen sus listas de
candidaturas electorales, que de apoyar a los compañeros en sus
despidos colectivos.
La lucha si sirve